¿Le
dolerá al gato?
Es
la pregunta que yo me hago. Al ver la foto, supongo que lo normal sería pensar:
“¡Qué espanto! ¡Qué atrocidad! ¡Pobre gatito!”. Sin embargo, yo me pregunto,
más bien: ¿le dolerá?
Las
imágenes son poderosas. Ya lo dice el refrán: una imagen vale más que mil palabras. Una imagen puede conmover,
una imagen puede ofender, y una imagen también puede despertar simpatía o
inquietar al que la ve. Algunas imágenes tienen un poder aún más grande porque
despiertan sentimientos inherentes a la condición humana, como puede ser la
empatía. Y he aquí el meollo de la cuestión: pon en una foto a un bonito gato
que esté aparentemente sufriendo de algún modo y cualquiera que la vea sentirá
dos cosas: primero, una empatía intensa con el gato (por ser bonito, por ser
relativamente parecido a los humanos, y por ser tradicionalmente un animal de
compañía, a partes iguales), y, segundo, un odio visceral por el hijo de puta
que le esté haciendo eso que se ve en la imagen (sea lo que sea).
Pero
nadie parece plantearse siquiera si el gato está sufriendo.
El
gato en cuestión se llama Double Trouble,
o eso afirmaron nuestros amigos de PETA
(People for the Ethical Treatment of
Animals) cuando publicaron las fotografías y las anunciaron a bombo y
platillo. La historia que hay detrás de las fotos es la siguiente: los
activistas de PETA, al enterarse de que en la University of Wisconsin-Madison (UW-Madison) se realizan
experimentos con gatos, solicitan información sobre estos experimentos. La
UW-Madison les aporta un extenso dossier de más de 1000 páginas con dicha
información, pero PETA, al tener conocimiento de la toma de fotografías durante
los experimentos, exige que la UW-Madison enseñe las fotos al público. Tras
tres años de peleas legales, la UW-Madison finalmente accede a mostrar algunas
fotografías. Y entonces PETA, que había permanecido a la espera durante estos
tres años a pesar de disponer de toda la información sobre los experimentos,
emprende una dura campaña contra la
experimentación animal basándose en el supuestamente terrorífico ejemplo de
Double Trouble.
No
es casualidad, ni mucho menos, que insistieran tanto en conseguir las
fotografías, ni que no empezaran la campaña hasta tenerlas en su poder. No hace
falta ser un lumbreras para saber que la frase “Gatos atormentados y asesinados
en un laboratorio universitario” (el titular de la noticia en peta.org)
puede llamar la atención, pero, si se acompaña de fotos de lindos gatitos que efectivamente están sufriendo este
tormento, entonces lo que tenemos es un auténtico bombazo informativo, una
noticia indignante, un agitador de conciencias capaz de sacar a la gente de su
sofá y hacer que muevan el culo hacia la próxima manifestación de PETA. ¿Por
qué? Porque una imagen vale mil palabras.
Pero
hay un problema: las imágenes pueden ser falaces. A la primera pregunta, sobre
si Double Trouble sufría o no, yo propongo una idea tal vez revolucionaria: cabe la posibilidad de que no tuviera
dolor en absoluto. El dispositivo que el
gato tiene incrustado en el cráneo me recuerda a los halos de tracción craneal que a veces se utilizan en fracturas de
columna cervical; sorprendentemente, una vez hechas las perforaciones en el
cráneo e introducidas las varillas, el dolor puede ser mínimo o inexistente. Pero añado otra idea aún más extrema: seguramente no tuviera ningún dolor.
Porque aunque el dispositivo le hiciera daño, seguramente el animal tendría
pautados analgésicos para aliviar el dolor. Digo “seguramente” porque no dispongo del dossier que la UW-Madison
entregó a PETA y no puedo comprobar qué fármacos recibieron los animales; ellos
sí que podrían comprobarlo, pero callan al respecto, con lo cual me inclino a
pensar que los gatos sí recibían analgesia. Lo contrario sería mala praxis y no
hubiera sido aprobado por el Committee on Graduate Research Ethics ni por el Research Animal Resources Center
de la UW-Madison.
Con
lo cual tenemos una imagen en que a un gato le han colocado un aparatoso
dispositivo en el cráneo, que seguramente
no le sea doloroso. De hecho, en palabras de Eric Sandgren, director del Research Animal Resources
Center de la UW-Madison, “los
animales se adaptaron rápidamente a los implantes, que no les causaron dolor o
malestar”. Pero es difícil combatir con palabras el poder de una imagen, y esa “cosa” en la cabeza del gato necesariamente le tiene que doler, necesariamente le tiene que provocar
sufrimiento. Esto es lo primero que se podría pensar... pero no por ello es
menos falso. Porque lo aparatoso, o metálico, o grotesco, no es a priori
doloroso para el que lo porta. Y si no, observad este extraño artilugio del
demonio (“fijador externo”, lo llaman) y
asombraros al saber que es prácticamente indoloro (aunque las fracturas que
trata sí pueden doler, y mucho).
Usando
menos de mil palabras (793, para ser exactos), hemos llegado a la conclusión de
que tal vez la imagen sea un poco
sensacionalista y busque el amarillismo, el golpe de efecto rápido y la
manipulación intencionada en vez del convencimiento del público mediante
argumentos fundamentados y razonables. Una actitud “ejemplar” que contribuye
sin duda a una sociedad libre e informada.
Pero
no adelantemos juicios, porque, además de las fotografías, también hay palabras
que las acompañan. Y las palabras también pueden ser falaces. De hecho, lo son.
En
primer lugar, Double Trouble era una “bonita
gata naranja”, en una clara apelación a los sentimientos que resulta sin
duda muy relevante para el debate. En segundo lugar, Double Trouble fue “atormentada durante meses en esos
experimentos”: un juicio de valores que presupone sufrimiento para la gata
sin tener constancia directa de éste. En tercer lugar, se dice que “se aplicó una sustancia en sus oídos
internos para dejarla sorda” y posteriormente “se implantaron dispositivos electrónicos profundamente en sus orejas
durante la misma cirugía”. PETA
olvida (y, aventuro yo, intencionadamente) que estos diabólicos “dispositivos
electrónicos” eran en realidad implantes cocleares, como los utilizados
para tratar a personas con sordera profunda. Más adelante, se afirma que la
finalidad del estudio es “entender cómo
el cerebro determina la localización de un sonido”, y se califica a éste
como “cruel e inútil”. Ninguna
mención a los implantes cocleares que han revolucionado el tratamiento de la
sordera más grave. Ninguna mención a la aplicación del estudio en humanos, que,
como dice Eric Sandgren, es, a largo plazo, “refinar los implantes cocleares bilaterales y permitir la mejor
localización de los sonidos en el ambiente”. Un desafortunado olvido por
parte de PETA, que pretende hacernos
creer que el experimento carece de utilidad y provoca un sufrimiento totalmente
gratuito a los animales.
También
se dice que “la anestesia de Double
Trouble se acabó en mitad de la cirugía y se despertó en lo que seguramente
fuera una experiencia dolorosa y horrible debido a que los investigadores
estaban cortando a través de su cabeza y su cráneo”. Aquí tengo que dejar
bien clara la diferencia entre “anestesia” y “analgesia”: en una cirugía, la
“anestesia” consiste en la pérdida de conciencia del sujeto o sedación (lo de
la máscara con gas y el “cuenta atrás a
partir del 10” de las películas); dicho de otra forma, el dormirse;
mientras que la “analgesia” consiste en la supresión total de las sensaciones
dolorosas del individuo. Que quede bien claro: analgesia y anestesia no son lo
mismo. Se puede tener analgesia sin
anestesia, es decir, operar sin dolor a un sujeto despierto (como en
algunas cirugías cerebrales, como también los lectores habrán visto en alguna
serie de médicos), pero también anestesia
sin analgesia, estando el sujeto de alguna forma dormido pero siendo capaz
de sentir dolor (esto último no tiene ninguna utilidad médica, obviamente). Con
lo cual, aunque a Double Trouble se le acabara la anestesia durante la cirugía,
la analgesia probablemente seguiría haciendo su efecto, porque son conceptos
distintos. Y, por tanto, a falta de demostración fehaciente, el calificativo de
“experiencia dolorosa y horrible” se
queda en una fantasiosa y peliculera conjetura.
Finalmente,
Double Trouble tuvo una infección de la
herida quirúrgica y fue sacrificada y sometida a autopsia (lo que en el
lenguaje hiperbólico de PETA se expresa como “fue matada y decapitada para que su cerebro fuera diseccionado”). Según
PETA, desde el momento del diagnóstico de la infección, “los experimentadores aún la obligaron a aguantar dos meses de
sufrimiento”, pero no mencionan nada del más que probable uso de
antibióticos para intentar tratar la dolencia. Se habla también de un patrón de
infecciones recurrentes, supuestamente demostrado por la USDA (U.S. Department
of Agriculture), pero, sin enlaces que lo demuestren, no se le puede dar
crédito absoluto.
Tras este análisis,
poco queda en pie de la historia que PETA nos presenta. ¿Un animal sufriendo terribles
torturas? Más bien una gata a la cual se le infecta una herida quirúrgica y
muere por ello, a pesar de los protocolos y tratamientos. ¿Una experimentación
inútil? Más bien una investigación con aplicaciones a largo plazo (como
exactamente todas las investigaciones científicas). ¿Un laboratorio en el que
se violan leyes de bienestar animal? Más bien un laboratorio investigado en la
actualidad únicamente por la quemadura accidental que sufrió un gato (nada que
ver con la fotografía de Double Trouble), pero que, por lo demás, ha salido
airoso de las acusaciones de PETA por supuestamente violar la Animal Welfare
Act.
Y
aunque todas las acusaciones de PETA fueran ciertas, aunque Double Trouble
hubiera sufrido terribles torturas, aunque en el laboratorio no se siguieran
los protocolos adecuados, aunque hubiera infecciones recurrentes y sin tratar,
aunque la investigación en concreto fuera fútil... ¿significa eso que hay que
prohibir la experimentación animal? ¿Significa
eso que TODA la experimentación con animales es tan poco ética y que este caso
en concreto es un buen ejemplo? Si mi hermano asesina a alguien, ¿todos los
de mi familia somos asesinos y todos merecemos un castigo? Este absurdo
razonamiento inductivo (si esta
experimentación con animales es mala, toda
experimentación con animales es mala), este presentar un caso concreto como si
fuera la norma general, este uso exagerado de recursos emotivos, hipérboles y
medias verdades, este es el juego sucio y la trampa detrás de la historia de
Double Trouble, el mártir gatuno de los animalistas.
No
quiero dejar de añadir que yo creo que los animales tienen derechos y no todo
vale con ellos. Pero también creo (y sé)
que la experimentación animal es necesaria para el avance de la ciencia en
general y de la ciencia biomédica en particular, necesaria para curar
enfermedades, necesaria para tener una mejor calidad de vida y necesaria para
el progreso social. Creo que la experimentación animal debe someterse a unas
estrictas normas éticas que garanticen el bienestar y el buen trato de los
animales, y que aquellos que no respeten estas normas deberían recibir un merecido
castigo. Y por eso pretender prohibir la
experimentación animal, tal y como pretenden nuestros amigos de Igualdad
Animal, me parece una idea absurda,
radical, inconsciente e hipócrita. Y
me parece aún más mal si se intenta convencer al público con imágenes
sentimentalistas y falaces como la de Double Trouble.
Así
que, cuando veáis una imagen como esta, preguntaros, en primer lugar, ¿le
dolerá al gato? Y después no os olvidéis de preguntaros todo lo demás.
Y
si lo que queréis son imágenes sentimentalistas, siempre podéis quedaros con la
foto de esta niña sonriente con un implante coclear, que oye gracias a
experimentos que se realizaron en animales como Double Trouble. Yo les doy las
gracias por ello.
Referencias
- https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10152126818183345&set=a.145479208344.132752.116189118344&type=1&theater
- http://www.peta.org/features/uw-madison-cruelty.aspx
- http://host.madison.com/news/opinion/column/guest/eric-sandgren-cat-research-after-all-the-drama/article_6af13b52-77c9-11e2-8b77-001a4bcf887a.html
- http://host.madison.com/daily-cardinal/news/usda-finds-animal-treatment-violation-in-uw-madison-lab/article_217b761e-9069-11e2-8406-0019bb2963f4.html
Víctor Marcos